martes, 1 de febrero de 2011

Personas.

Las hay altas, bajas, gorditas, delgadas, tontas, inteligentes, guapas, feas, increíbles o no tanto, interesantes, aburridas, pequeñas, grandes, solitarias, extrovertidas, introvertidas, artistas, científicas, historiadoras, sotisficadas, religiosas, ateas, encantadoras, serias, risueñas, modernas, anticuadas, recelosas, egoístas, generosas, sensuales, secas, gruñonas, mentirosas, sinceras, amorosas, mimosas, triunfadoras, fracasadas, ignorantes, ciegas, sordas, mudas, cariñosas, antipáticas, degeneradas, imprescindibles...


Hay muchos tipos de personas, y lo que cada uno de nosotros tenemos dentro es lo que nos define como tal. Somos lo que queremos ser, no solo lo que nos han inculcado desde la infancia. Y yo, aun viviendo en ella, puedo diferenciar muchos tipos de personas. La mayoría de personas que comprenden mi alrededor, aun con sus defectos, tienen un buen fondo. Por suerte me ha tocado conocer gente a la que admiro, y de la que tengo mucho que aprender. Tal vez a mi me toque aportarle algo a alguien, de manera que lo que aprenda de mi le sirva en un futuro para ser una buena persona, pero eso no lo sabemos ninguno de nosotros. Todos aprendemos de todos, de lo bueno y de lo malo de cada ser.


Podría desear que terminasen las guerras, que no existiera el hambre en el mundo o que todos tuviésemos las mismas riquezas, pero todo equilibrio necesita una parte agradable, y otra que no lo es tanto. Aun así, todo esto es obra de las personas, que a lo largo de la historia han ido cambiando el mundo. Ninguna persona viva de este planeta puede cambiar dicha situación, por ello no puedo desear nada de lo mencionado. Pues todos somos humanos, y cada uno es responsable de sus actos, aunque no culpable de los actos de los demás.


Pero sí podría desear otras cosas, por ejemplo, que no matásemos toros en un recinto con público animando al asesino, que es una persona, o que hiciéramos algo por no perjudicar directamente a los animales, manchándonos las manos de sangre. Yo también soy parte de este proceso, pues no puedo hacer nada para cambiar los hechos, solo puedo dar mi opinión de manera pasiva. Pero creo que toda buena persona, suponiendo que todos tenemos la misma idea de lo que es "bueno", sabe que a un animal no hay que dañarlo, pues ellos tienen tanto derecho como nosotros a disfrutar de este planeta. No por no tener la capacidad del raciocinio tienen menos derecho a vivir. Podría desear todo esto, que no se maten miles de delfines como acto deportivo, o que no se maltraten perros, gatos y otros animales encerrándolos en recintos pequeños sin apenas agua y comida.


En fin, sé que puedo unirme a protectoras de animales, y puedo ir a muchas protestas y manifestaciones, pero al fin y al cabo las personas, personas son. Y nadie más, salvo nosotros mismos, vamos a cambiar nuestro comportamiento.




Suerte. E intenta ser una buena persona.

martes, 18 de enero de 2011

Lección del día.

Hoy he aprendido que la paciencia es una virtud de la que carezco (bueno, un poco tendré, sino madremía). Creo que no es algo con lo que se nace, sino que debemos aprender a usarla, algo así como tocar un instrumento. Seguramente habrá gente a la que se le de mejor, y tendrá más cualidades que faciliten el aprendizaje, pero nadie tiene una paciencia infinita. Conozco un blog en el que se habla de que cada día cometemos errores, y lo mejor de ello es que aprendemos de nosotros mismos, pues es mejor cometer errores y aprender a trompicones, a que te enseñen cómo se debe vivir, y pretender hacer todo a la perfección. Por ello yo hoy he aprendido que debo ser mas paciente, y no solo con las personas que me importan, sino también conmigo misma, pues ese es el primer paso a dar.

Espero que mis reflexiones sean del agrado del lector, y que le ayude a tomar alguna que otra decisión. Pero lo dicho anteriormente, ¡a cometer errores y a aprender!

Nota: ¿sin excesos eh?





Dedicado a alguien especial.







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Presentación. Volutas de humo violeta.

La pequeña se encontraba ensimismada observando cómo la cálida brisa se llevaba consigo el humo que desprendía el cigarro de su padre. Algún día podría ser como él, tan importante y ajetreado, ocupado muchas veces con el teléfono móvil y a veces ausente varios días a la semana. Aún así era una persona anonadante, sus obras de arte estaban guardadas bajo llave en un destartalado almacén en el jardín, donde habían quedado olvidados antiguas sensaciones y recuerdos, pero a su vez seguían vivos, plasmados en la grandiosidad de cada elemento gráfico. Ella había heredado el don, y no lo desaprobecharía, pues algún día sería tan importante como él, y no por el hecho de controlar una gran empresa o estar reconocido en el mundo de los negocios, sino por cómo fluirían sus manos sobre el lienzo, utilizando el lápiz como si su vida fuera en ello. Él se había escondido en aquel mundo, sin mostrarse a nadie como realmente era, por miedo a ser rechazado, pero ella lucharía por conseguir lo que más anhelaba, su razón de ser. No solo lograría ser bienvenida, sino que también haría que él disfrutase de todo aquello a lo que renunció por ser un cordero en un mundo de lobos. Si, era una persona increíble su padre, y la brisa cálida seguía robando el humo de sus cigarrillos, mientras ella observaba, valanceándose en su columpio.